Cantantes alternativas: ¿Condenadas a la tristeza?

Un raro patrón se genera cuando ciertas cantantes que fueron colocadas por el público en el «sad girls club» o el club de las chicas tristes de la escena pop alternativa deciden componer y publicar canciones que no condicen con sus trabajos anteriores.

Tras la publicación de trabajos que escapan de ese concepto de la depresión, la tristeza y otros sentimientos oscuros, por los cuales se hicieron conocidas, muchas de ellas son fuertemente criticadas por «traicionar» a su esencia y son acusadas de venderse a lo convencional para ser «comunes» o «una más sin originalidad», desmeritando su trabajo y el de otras artistas más mainstream. Estas presunciones se realizan sin siquiera escuchar el material en cuestión en la mayoría de los casos, solo juzgan en base a algún single o un cambio en su estética.

Lana del Rey y Lorde, dos de las artistas criticadas por cambiar su sonido y sus líricas.

Para no ir tan lejos, uno de los ejemplos más claros se dio con Lorde y el lanzamiento de su tercer álbum Solar Power. Aquellos que están familiarizados con los trabajos anteriores de la neozelandesa saben que siempre acostumbró a hablar de temas como el miedo a crecer, la incertidumbre, la soledad y de la depresión, sobre esto último irónicamente es lo que menos habló mediante sus canciones en su carrera.

Tras la publicación de su tercer material de larga duración, muchos fans mediante redes sociales así como la crítica especializada criticaron las letras aparentemente despreocupadas y una estética mucho más ligera y veraniega por la cual la cantante decidió optar. Si bien, es totalmente válido y aceptable que un trabajo no goce de una aceptación esperada por falta de calidad o un intento fallido de cambio de estilo, juzgarlos simplemente por lo emocional y querer que todo siga exactamente igual parece injusto. ¿Acaso los artistas no tienen permitido evolucionar en lo musical y crecer como personas para tener una mirada diferente que se refleje en sus carreras?

Nota relacionada: Solar Power: la liberación de Lorde

Otro caso muy similar, ocurrió en el 2017, año en que la cantante Lana del Rey lanzó su quinto álbum de estudio Lust for Life. Del Rey conocida por sus líricas melancólicas, autodestructivas y tristes, sorprendió con el lanzamiento de «Love» canción principal del disco cuya letra habla de aprender a sentir y donde invitaba a los jóvenes a vivir la vida e intentar disfrutar el proceso, por más difícil que podría parecer.

Lust for life, a pesar de ser un trabajo consistente de la cantante, se convirtió en uno de los más polémicos para los fanáticos pues extrañaban a la antigua Lana. Muchos no procesaban el hecho de que esté contando historias, mediante las demás canciones, desde una perspectiva menos lúgubre y un poco más optimista de lo que era común en su trayectoria artística.

Por supuesto que los dichos de que Lana del Rey se había vuelto «comercial» y que ya no era una representante del pop alternativo no faltaron. Como si solo en esta rama de la música pop se tocan temáticas tristes o estuviese mal que las voces del alternativos suenen comerciales, cuando que literal toda la música es comercial y está producida para satisfacer a un público masivo, en especial cuando cuentan con el apoyo de grandes discográficas.

En los últimos años fueron varias las artistas señaladas por intentar hacer este cambio de estilo. Se puede mencionar a la cantante británica Marina Diamandis, otra exponente abanderada por el público como embajadora de la tristeza por los tópicos en sus canciones. Cuando lanzó su disco Love + Fear en el 2019, recibió las peores críticas de su carrera al apostar por ritmos y líricas más relajadas que en lo que demostró en su discografía. Es cierto, que quizás no esté a la altura de trabajos anteriores pero tratarlo como el peor disco de ese año es un tanto exagerado y limita la capacidad de composición de cualquier artista.

«La música triste es como una cobija. Y cuando un músico cambia el sentimiento de sus canciones se siente como si esa cómoda cobija es arrancada abruptamente, a pesar de que la música vieja aún existe. No es sorpresa que entonces los fanáticos se sientan decepcionados cuando sus favoritos comienzan a canalizar emociones más felices», explica parte de un artículo publicado en el portal IDVice, de Inglaterra, denominado «¿Qué pasa cuando los artistas tristes se vuelven felices?».

Si bien es cierto que puede sentirse raro un cambio brusco, que si se presta atención ni siquiera es tan radical, es importante entender que no siempre van a vivir y crear arte de la misma manera en la que lo hacían en sus inicios. Así como cualquier persona común, las artistas van viviendo experiencias que les hace cambiar su manera de componer y expresar sus sentimientos, para bien o para mal. Es evolución y parte del crecimiento, que de ser un material bueno, es preferible un cambio que apostar a lo seguro y lo que les funcionó y ser repetitivas.

Los casos mencionados no son los únicos en la industria y es algo que viene pasando hace años. Yendo mucho más atrás, Avril Lavigne fue tratada de traidora cuando abandonó la estética de chica punk para explorar por el lado de la música pop con la icónica canción «Girlfriend» del 2006 y otras canciones del mismo estilo que sacó en esa época.

Más recientemente, se vieron las críticas o burlas a Billie Eilish en este 2021 por su cambio de look y estética para su disco Happier than ever, que para muchos significó abandonar sus raíces. Esto se trató de juzgar a un libro por su portada, ya que en ambos casos solo hubo cambio en sus imágenes pero muchos de los tópicos que ambas tocaron en sus carreras seguían presentes en las canciones, desde otro punto de vista, pero nunca se fueron.

La cantante Billie Eilish, otra de las señaladas por su cambio de estética. Foto: Matt Winkelmeyer/Getty Images para Spotify.

Al hablar de la banda Bring me the Horizon, el youtuber Matías Parkman menciona un aspecto que no puede quedar fuera de este artículo: a veces los artistas parecen obligados a renunciar al público que los sigue para hacer el disco que quieren. Esto suena hasta desolador, pero hay que entender que no siempre el espectador va a recibir exactamente lo que desea, sino que el creador optará por navegar a su dirección y a sentir una realización un poco más personal.

Hay que acostumbrarse a que el público no debería manejar al artista de ninguna forma, mucho menos en el proceso artístico. Por ello el título de este artículo, los fanáticos de estas cantantes, no todos, parecen condenarlas musicalmente a la tristeza e impiden su crecimiento artístico en el caso de salir de este club de las chicas tristes.

Puede que algo no llene las expectativas de los fanáticos que quizás parezca no estar en la misma vara que un disco anterior, sin embargo cualquier persona que se dedique al arte tiene derecho a experimentar e ir generando piezas nuevas para no estar estancado ni encasillado en un mismo estilo.

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