Día a día se nos presentan oportunidades de crecimiento, chances de lograr lo que nos proponemos y debemos poner de nuestra parte para conseguir esos objetivos. Pero lo que a muchos nos ocurre es que vemos estas situaciones con otros ojos, a través de otra perspectiva y si bien comprendemos la importancia de las mismas, constantemente —a veces de manera consciente y otras inconscientemente— hallamos la manera de poner nosotros mismos el palo a la rueda e impedir que avancemos, nos auto-saboteamos.
A menudo cuando nos acercamos al éxito o a algún punto en el que pareciera que finalmente todo conecta, se genera en nuestro interior una sensación de incertidumbre cuando “todo está bien”. No puede estar todo bien, algo debe estar mal, no puede ser todo tan bello… Son estas las cosas que nos repetimos ante estas situaciones y es cuando caemos en el auto-sabotaje.
Referente a estos casos, Luis V.M. Huapaya menciona en su artículo El tema del fracaso
autoinducido en las obras de Dostoyevski. Consecuencias psicoterapéuticas, para el volumen 68 de la Revista de Neuro – Psiquiatría de la Universidad Peruana Cayetano Heredia que, “La existencia prácticamente universal de una cierta incredulidad cuando “todo va bien”, nos conduce fuera del terreno de la psicopatología hacia el campo donde se juega el drama existencial de la vida humana”.
El drama existencial de la vida humana nos orilla en muchos casos a tenerle miedo al éxito no creernos merecedores del mismo, lo que deriva en un fracaso autoinducido, caemos también en la auto-traición, fenómeno relacionado a la teoría y psicoterapia de Los Estados del Yo o Ego-state therapy, desarrollada por John y Helen Watkins, quienes se basaron en numerosos estudios de otros psicoterapeutas.
Cuando se habla de los estados del yo, se hace referencia a una condición mental —no por ello una enfermedad— en la cual durante el desarrollo mismo de la mente y la
personalidad, se forman alter-egos con diferentes ideas, percepciones, afectos, fobias y aversiones que —si bien en la mayoría del tiempo se ignoran de manera parcial o hasta total— cuando entran en conflicto respecto a las metas fijadas y el plan de acción a utilizar para cumplir con las mismas resultan en enormes dificultades en nuestro comportamiento.
Estos alter-egos pueden desarrollarse en momentos muy diferentes de la vida de una persona, desde adaptarse a una nueva ciudad o colegio, pasando por las relaciones amorosas, hasta situaciones que respectan a nuestro futuro académico y/o laboral, todo esto sin ser realmente conscientes.
La teoría de Los Estados del Yo no es muy conocida fuera del circulo de los
profesionales dedicados a la hipnosis o, más bien, la hipnoterapia y de aquellos a quienes ya les ha tocado tratar a personas con desórdenes disociativos, anteriormente conocidos como personalidades múltiples.
Con respecto a esto, Huapaya menciona que esto no debe ser confundido ni diagnosticado como un desorden disociativo de identidad. “En los individuos que sufren del autofracaso y otros desórdenes no disociativos, los estados del Yo pueden hacerse evidentes durante el trance hipnótico cuando el terapeuta “invita” a los aspectos diferentes del individuo a mostrarse en forma más concreta”.
Es justamente por esto que no debe ser diagnosticado como lo mencionado más arriba, porque son fenómenos que solo se manifiestan/aparecen a través de una sesión hipnótica. Considero que uno de los puntos más importantes que hace referencia a la idealización divina y absoluta que muchas personas tienen hacia el éxito, a tal punto de tenerle pavor y miedo a los riesgos a los que se verán expuestos al llegar a triunfar, es éste.
Son numerosos los factores por los cuales se le puede temer a esto, pero en general y lo más común es la poca confianza en uno mismo, el sentir que —aunque hagas las cosas bien y aparentemente consigas tu objetivo— tarde o temprano vas a acabar por caer en la realidad de que no estás a la altura y te verás en una posición aún más comprometedora y vulnerable, porque ni siquiera triunfando dejas de fracasar.
También hay que destacar y aclarar que no todas las personas que fracasan lo hacen porque le teman al éxito. Pues es imprescindible tomar en cuenta factores externos a la mente de cada individuo, como las condiciones socio-económicas en las que cada uno se encuentra viviendo.
No podemos referirnos al auto-sabotaje en una situación en la que factores externos como la posición económica, la ubicación geográfica, la corrupción, el nepotismo instalado, el género, la raza o la condición sexual, actúan como obstáculos que impiden tu éxito. Evidentemente quienes están en constante conflicto con la manera en que se auto perciben, que le temen al fracaso e incurren constantemente en sabotearse a sí mismos, deben ser tratados y lo necesitan lo antes posible, con
un acompañamiento constante.
El psicoanálisis (en el sentido actualmente utilizado por los terapeutas, como parte de una terapia y no como la cura misma) y la terapia de los estados del Yo serían las maneras más acertadas de encarar estas condiciones, así como la terapia cognoscitiva y la modificación del comportamiento.
Nos proponemos muchas cosas, estamos expuestos a constantes presiones de todo tipo y de parte de numerosas personas, pero nada ejerce tanta presión sobre nosotros, como nosotros mismos. Nuestra mente es fascinante, es nuestra principal herramienta a la hora de desarrollar nuestras capacidades al máximo y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr lo que nos proponemos. Así mismo, es nuestra mayor debilidad y nuestro peor enemigo cuando se vuelca en nuestra contra.